Los dueños y administradores de bares se sorprendieron con el anuncio del gobierno que autorizó sus protocolos, pero les prohíbe vender alcohol. Unos dicen que es como cuando a la Chilindrina la ponían a ver el televisor sin prenderlo, pero otros lo reciben con un algo es algo.

Los resignados están vendiendo huevos, leche y antibacterial, otros mutaron hacia el negocio de los restaurantes, pero para todos es claro que una cosa es abrir la puerta y otra pagar los gastos de un bar cerrado.

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