Una de las iglesias católicas más concurridas de la ciudad y del país, removió todas sus bancas, recortó la misa a 35 minutos y cambió el contacto físico por los gestos, para proteger a sus feligreses.

Se trata de la iglesia de San Alfonso María de Ligorio en la que la ostia ahora sólo se da en la mano y cada que termina la ceremonia se evacúa para proceder a la desinfección para la siguiente misa.

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