El homenaje póstumo de sus colegas al bailarín y músico que hizo del bullerengue un ritmo nacional de reconocimiento internacional fue interrumpido por un escuadrón del Esmad que lanzó granadas aturdidoras contra los dolientes.

Jonny Rentería Martínez, cantador, bailador y compositor, nacido en Chigorodó, subregión del Urabá antioqueño, se hizo maestro desde muy joven por su inconmensurable entrega a la cultura.

Se crió entre alabaos del pacífico, faldas de colores y tambores.

Soñaba con que su Uraba no volviera a sonar en clave de violencia, sino en clave de creación, de transformación social y de generación de oportunidades para las nuevas generaciones.

A sus 29 años, el investigador de los Montes de María ya era reconocido por su trabajo no solo a nivel nacional sino también internacional.

«Jhony fue un portador de las tradiciones del Bullerengue, un artista que desde muy pequeño se encontró con la violencia del Urabá Antioqueño, y encuentra en la danza y en la música la posibilidad de trascender y de ir más allá del conflicto, de buscar otras alternativas para él y para los jóvenes de la región» asegura Ángela Beltrán de la dirección de Artes del Ministerio de Cultura.

Le ganó muchas batallas a la guerra que lo visitó desde muy pequeño en su hogar pero, después de 2 años de lucha perdió la batalla contra una penosa enfermedad que lo aquejaba.

Pero cuando muere un bullerenguero, dicen las matronas, a pesar de la tristeza que los embarga, la música cumple con su deber: cura el alma y transforma el dolor en esperanza.

Por eso desde el pasado domingo sus amigos iniciaron con una serie de homenajes, como él lo pidió: un novenario lleno de música, no solo en su región sino en Bogotá donde hay una amplia comunidad afín con este legado de ancestros.

Las muestras artísticas en homenaje a Jhonny iniciaron el pasado domingo en el Park Way, zona donde se reúne desde el año 2004 la comunidad bullerenguera de Bogotá.

Pero el sonido de los tambores fue silenciado por bombas aturdidoras lanzadas por el ESMAD.

Lucía Ibáñez, gestora cultural, amiga de Jhony cuenta que “más o menos al cabo de media hora de haber empezado el homenaje llegó el ESMAD A hacer su presencia como agresiva en nuestro homenaje”.

Aunque sabían que se trataba de un homenaje y que allí también había niños, dijeron que los vecinos habían llamado a la policía por el ruido. Lo que no entienden quienes estuvieron allí es por qué enviaron al ESMAD y no al cuadrante que regularmente patrulla la zona y hasta los conoce.

«La verdad no se justifica esa respuesta violenta y pues para nosotros fue bastante más violento porque estábamos más sensibles también en ese momento», asegura Lucía Ibáñez.

Ahora, aunque tratan de pasar la página y concentrarse solo en la memoria del artista, los gestores culturales viven con zozobra pues creen que en cualquier momento el ESMAD podría volver a “confundir” un homenaje con una manifestación de vándalos.

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