Los protocolos de selección del personal del Ejército para prevenir que a sus filas entren personajes como los violadores de la niña embera fueron discutidos en el juicio al teniente Muñoz y en la sentencia se le pidió hacerlo al Ejército.

En el juicio se probó que el teniente Muñoz no había pasado el examen psicológico de ingreso y que dentro de la fuerza no sólo actuaba impune sino con la convicción de que el Ejército lo respaldaría en lo que hiciera.

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